Una isla, varias parejas y, ¿amor?

Analizamos este tipo de programas y qué efecto puede tener entre los más jóvenes en cuanto a sus relaciones personales y sentimentales

De sobra es conocido el programa de TV en el que varias parejas se someten a una gran prueba de amor. Pero, ¿es amor aquello que llevan las parejas en sus maletas el día que parten hacia su aventura en la isla?.

Vamos a analizarlo, pues de programas como éste y sus distintas versiones, como la de Antena3, `Love Island´ beben los adolescentes y jóvenes de nuestra sociedad.

Para empezar, debemos partir de una premisa, la cual, sin embargo, muchos de los espectadores pasan por alto: la mayoría de concursantes tienen una relación de pareja disfuncional, que no está basada en el respeto ni el compromiso. ¿Cómo, si no, iba dar juego un programa con varias parejas que disfrutan de la una relación consolidada, de respeto, sin celos patológicos y toxicidad?.

Si perdemos de vista este hecho crucial, este tipo de programas, lejos de convertirse en ´show de entretenimiento´ acabarían siendo una fuente de información errónea sobre cómo debe ser una relación de pareja para los más jóvenes.

Vemos a lo largo de las distintas ediciones de este formato televisivo cómo se normalizan las relaciones tóxicas y dependientes bajo expresiones como «lo que necesitas es a alguien que te dé caña», «Confío en ella pero no en el demonio que lleva dentro», «Me encanta que me cuides y me protejas», «Me gusta ser celoso y que mi pareja lo sea».

Todas estas frases son de amor, pero de amor estereotipado. De mujeres que buscan la figura de príncipe azul, que las salve y las proteja (a saber de qué), y de hombres que sufren de celos retrospectivos, es decir, que viven su relación con miedo a perder a la pareja debido a la indagación de todos los posibles detalles de la vida pasada de ésta; detalles tanto de relaciones sexuales o afectivas pasadas.

Por otro lado, vemos la gestión de emociones con alcohol. En esta última edición, para darle más tensión al programa, decidieron introducir la ´famosa alarma´ que sonaba cada vez que una pareja sobrepasaba el `límite´ de lo que consideraban una infidelidad.

«Cuando suene la alarma, chupito», decían los concursantes masculinos, llevando a cabo una estrategia de evitación ante la preocupación de qué podría estar ocurriendo en la otra casa.

El alcohol a corto plazo provoca bienestar, y cuando la alarma suena, las diferentes interpretaciones que hacen y que les generan preocupación, desaparecen con el consumo del alcohol, sin embargo, a largo plazo les provoca más malestar y no consiguen resolver el conflicto emocional de manera funcional. .

¿Debemos dejar de ver estos programas de entretenimiento?

En mi opinión la respuesta es no, siempre y cuando tengamos presente éstas premisas:

– Es un reality televisivo, es decir, está guionizado y preparado para subir los índices de audiencia.

– No todo lo que vemos es real, y lo que ven los concursantes tampoco lo es, editan las imágenes para generar situaciones controvertidas que aumenten ese índice de audiencia.

– No es un programa educativo, quizá si lo vemos con objetividad, podamos aprender qué es una relación de pareja tóxica y dependiente y cómo evitarla.

– Es un espacio de entretenimiento, para quien considere este tipo de formato televisivo como entretenimiento, claro está.

– No se recomienda para menores de edad por su imágenes sexualizadas y porque un menor no estaría preparado para hacer este tipo de interpretación

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