La experiencia de una alumna de prácticas de psicología en nuestro centro

Begoña está realizando sus prácticas de psicología en CETPAG.
Nos cuenta su experiencia con el mundo de las adicciones.

En la vida de una estudiante de 22 años, palabras como “drogas” y “adicción” suelen concebirse como realidades diferentes y muy distantes. No sólo en nuestro día a día, sino en el de todos los seres humanos que viven en sociedad, consumir se convierte en algo cotidiano, y quienes caen en la adicción pasan desapercibidos hasta que deciden salir de ella. Nos llama más la atención, en general, cuando alguien quiere salir, o está muy hundido, que el proceso que da lugar a ello. En ese momento, el resto creamos una “nube negra” encima de la persona, y lo consideramos completamente fuera de nuestra realidad. ¿Dónde ha vivido, entonces, esa persona hasta ahora?

«Me llamó la atención que muchos de los pacientes tenían sólo 20 o 30 años y algunos eran menores de edad»

Mis prácticas comenzaron el mes de febrero, y desde entonces estoy horas sentada en una sala escuchando, no porque no me dejen intervenir, sino porque me dí cuenta de lo ignorante que era, y la única forma de dejar de serlo era escuchando, muy atentamente, tanto a pacientes como a terapeutas. Lo primero que me llamó la atención fue la edad; muchos de los pacientes rondaban los 20 o los 30 años, y otros no llegaban a la mayoría de edad. Sin embargo, todos ellos, junto a los de más de edad, participaban en las mismas terapias de grupo, y eso fue lo segundo más llamativo para mí antes de empezar a escucharles.

«Son una lección de humildad»

Todos experimentamos acontecimientos vitales que percibimos como estresantes, para los que buscamos distintas soluciones, más o menos acertadas, y con los que convivimos. En este caso, todos habían recurrido a la droga, pero de ella es de la que menos se hablaba en terapia, y si lo hacían, era nombrándola secundariamente para explicar por qué, ese día, se encontraban mal. Hablaban abiertamente de todo lo que les había pasado, de cómo lo interpretaban, y de cómo les hacía sentir, y el resto de compañeros/as les ofrecían su punto de vista, de manera clara y directa; tan directa que, al principio, sin conocerlos, pensaba que se iban a ofender, porque, a lo mejor, yo lo hubiera hecho. Sin embargo, ocurría todo lo contrario (casi siempre). Son una lección de humildad, pues parece que todos nos movemos de forma independiente por la vida, solucionando nuestros problemas a nuestra manera, hasta que nos acercamos, o llegamos, a tocar fondo, y entonces es cuando aprendemos a escuchar y a aprender.

«Las mentiras, en terapia, como en la vida real, duran muy poco»

Algo que todos los días me hacía reflexionar, era lo aparentemente fáciles que podrían haber sido sus vidas, incluso a nivel económico, y lo difíciles que se habían vuelto. Las trampas y manipulaciones que habían tenido que idear, las familias que se habían roto, o dañado gravemente, las enfermedades que sufren ellos, o sus familiares,…, y todo ello por un error. Desde un punto de vista personal, el control sobre nuestra propia vida lo recuperamos cuando tomamos una decisión correcta, como sería, en este caso, quitarle el control a la droga, y dárselo al terapeuta, mientras aprendemos a vivir. Además, las terapias de grupo son la prueba de que la honestidad es imprescindible en este proceso, que no se diferencia mucho al de mantener el orden en el día a día. Las mentiras, en terapia, como en la vida real, duran muy poco, y solo dan lugar a nuevos problemas, no solucionando tampoco el original.

«Estas prácticas me están sirviendo para reforzar valores como la humildad, la honestidad y la empatía»

En definitiva, cada día he aprendido algo nuevo, cada día he desmontado un estereotipo más, y cada día hemos dado, tanto ellos como yo, un paso más hacia la vida real. Las experiencias personales de cada uno, tanto las felices como las trágicas, me acercan más a una realidad social, desgraciadamente, muy común, y que afecta a todos los sectores. Estas prácticas me están sirviendo para reforzar valores como la humildad, la honestidad y la empatía, madurando así como persona y como futura profesional.

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